Fotografía @Juan Luis Polo 2014
“Los cambios siempre llegan y requieren una nueva forma de pensar. Requieren un plan de acción claro y preciso. Y requieren líderes que sepan tomar el mando”.
Jeffrey Immelt, presidente de General Electric
Las enseñanzas de Charles Darwin bien pueden aplicarse a la empresa: evolucionar o morir. Sin capacidad de adaptación no puede haber éxito duradero. El científico entendía esa ley natural como un proceso largo y pausado, pero esas premisas no sirven más allá de la biología, y mucho menos en un mundo donde el cambio inmediato lo domina todo.
Pero a la vez, resulta excitante. La infinita capacidad de sorpresa que nos proporciona la tecnología, las nuevas necesidades que genera, los nuevos apetitos, la nueva forma de consumir y de relacionarnos. No hay pausa. Dentro de un año casi todo será obsoleto y surgirán otras demandas. ¿Estamos preparados para afrontarlas?
Solo hay una posibilidad para que el mañana no nos pase por encima: anticiparse. Hoy esa es una cualidad imprescindible para un líder, como también lo es entender que para que una empresa esté preparada ante los desafíos debe modificar estructuras, convirtiendo a los equipos en máquinas de generar ideas y soluciones, aplanando jerarquías e introduciendo la cultura del cambio en el ADN laboral.
Brian Kennell, CEO de Tetra Pak –un buen ejemplo de innovación y adaptación a las necesidades–, distingue tres tipos de cambios que nos obligan a modificar la forma de producir:
- Un cambio de mejora. Cualquier compañía entiende que sus productos y servicios tienen que perfeccionarse y que deben crear otros nuevos para seguir ganando mercado. Los televisores HD son sustituidos por los 4K y el café molido por las cápsulas. Esos cambios son básicos, pero no estructurales, aunque ahora precisan mucha más rapidez.
- Cambios radicales dentro de las organizaciones. Un plan de negocio puede variar por completo cuando alguien de la organización sabe ver otra oportunidad y es capaz de arriesgarse. KH Lloreda comenzó siendo un fabricante de recubrimientos metálicos que no lograba dar con un limpiador efectivo para sus productos, de manera que decidieron fabricar el suyo propio. Tuvieron tanto éxito que transformaron la empresa para dedicarse a comercializar sus productos de limpieza bajo la marca KH-7.
- Cambios revolucionarios. Los que dan lugar a un modelo distinto que surge para dar respuesta a necesidades que hasta antes de ayer no existían. Twitter, Airbnb, Google…
Como sostiene Mark Lukens, experto en management, “una compañía que se arriesga tres veces y en uno o dos casos fracasa, estará siempre por delante de otra que no asume ningún riesgo”. Pero tampoco se trata de dar palos de ciego ni de asumir cualquier idea que parezca prometedora. Un cambio puede suponer un fracaso irremediable si detrás no hay un trabajo arduo de información y estudio, y si esa cultura adaptativa no impregna los equipos con los que vamos a trabajar. De modo que empecemos por el principio:
- Construyendo un nuevo liderazgo. Ya he hablado en este blog de que los desafíos precisan líderes que sepan entender las nuevas realidades; que inspiren a sus equipos antes que limitarse a dirigirlos; que busquen en la autonomía y el compromiso de cada individuo la mejor manera de aprovechar sus capacidades. Y, claro está, que tomen el pulso cada día a todo lo que se cuece en su entorno. Información, información e información para anticipar próximos cambios y comenzar a diseñar las respuestas.
- Preparando un plan y una estructura. Hay que analizar los modelos que mejor se adapten a lo que demandan quienes van a comprar lo que vendemos. Eso no solo tiene que ver con la innovación y la calidad, sino con la relación con los usuarios. Ellos cambian y nosotros con ellos.
- Conviviendo con los clientes. No, no se trata de colarnos en su intimidad, sino de escucharles para poder anticiparse a lo que quieren. Objetivo: gestionar sus deseos.
Dicen que una mente flexible acaba encontrando soluciones para todo.
Y es verdad, nada tan renovador como un punto y aparte. O dicho en palabras de Warren Buffet: “Si tu barco hace aguas, tal vez te compense gastar tus energías en diseñar uno nuevo, en vez de en tapar los agujeros”.