“Si contratamos talento y gente motivada, ¿para qué necesitamos jefes?” (Ryan Carson, co-fundador de Treehouse)
Cada día la misma rutina, los mismos hábitos y las mismas tácticas, siempre con el objetivo de mantener y si es posible mejorar lo conseguido. Una empresa cualquiera, un año cualquiera, en un país cualquiera.
Sin embargo los resultados se van resintiendo y el equipo directivo no acierta a diagnosticar las causas. ¿Cómo es posible, si tenemos un mercado consolidado y sabemos que somos buenos haciendo lo que hacemos?
Por supuesto, a nadie se le ocurre plantear en voz alta que la solución puede ser ir contracorriente. No hacer caso a inercias y buscar soluciones imaginativas que pongan en duda la lógica dominante… Para eso se necesita un valor que no está al alcance de cualquiera, sobre todo cuando está en juego una empresa, un proyecto vital, la carrera de muchos profesionales y bastante dinero. Tal vez hasta se tache de loco al que quiera andar en otra dirección.
Los fundadores de la compañía Treehouse, dedicada a desarrollos informáticos y formación, son esos “locos”. Su apuesta para construir una nueva forma de concebir el trabajo en equipo y de aprovechar el tiempo, entra directamente en «las prácticas de riesgo» que cualquier comité de dirección vetaría. Pero puede que cambien de opinión si examinan el caso y descubren que funciona: una de las empresas más reconocidas del sector en Estados Unidos y con un mayor crecimiento.
Su fórmula es ‘sencilla’: eliminar los jefes, dar absoluta autonomía a los profesionales y trabajar menos. No, no hay truco. Es simplemente la conclusión a la que llegaron cuando vieron que la estructura tradicional con que habían creado la compañía generaba serios problemas. Lo que hicieron es no profundizar en ellos, sino buscarles soluciones valientes.
Del ‘casual friday’ al ‘no-friday’
“La idea es que tienes que trabajar 6 ó 7 días a la semana y dedicar toda tu fuerza y tu capacidad únicamente a lograr que tu start-up tenga beneficios, ¿verdad? Pues esa no es mi experiencia”. La experiencia de Ryan Carson y de su socio Alan Johnson es que la gente competente y comprometida puede hacer el trabajo de cinco días en cuatro. De modo que ahora el fin de semana en Treehouse empieza el viernes. Su experiencia real es que de esa forma logran estos objetivos:
- Hay más profesionales que desean trabajar con ellos y, por tanto, pueden elegir talento.
- La gente no quiere irse de la compañía. Fidelidad.
- Hay más ganas de trabajar y los lunes son más productivos porque todos se sienten más descansados y felices.
- Invertir más tiempo en ti y en tu familia es bueno para el negocio.
Y los resultados son estos: un aumento de tres millones en la facturación anual, más puestos de trabajo, más inversores y más capital entrando en la compañía, y un interés mediático en la reducción de jornada que les ha servido de fabulosa campaña de marketing.
90% a favor de trabajar sin jefes
Carson y Johnson habían arriesgado y les habías salido bien, lo que les impulsó a seguir dando soluciones diferentes a problemas habituales en las empresas. Por ejemplo, a las críticas de los empleados al proceso de toma de decisiones y a los ambientes de trabajo viciados que, detectaron, tenían que ver con la estructura jerárquica.
Analizaron la labor de los mandos intermedios y percibieron que quienes ocupaban esa responsabilidad tendían a perder el contacto con el día a día de la producción para centrarse en la organización. Lo mismo sucedía con todos los demás jefes, incluyendo ellos mismos. Eso provocaba críticas, impedía que algunas buenas ideas de los que estaban involucrados directamente en la producción se pusieran en práctica y, por tanto, se generara frustración.
“La gente quiere ser fantástica en su trabajo. No puedo contar las veces que he visto personas con ideas brillantes pero sin poder para ponerlas en práctica. Y eso hace que la ilusión se transforme en una indiferencia cínica”. La lógica de Carson le llevó a plantear a su socio un nuevo camino: eliminar todas las jefaturas, dar autonomía para que surjan el talento y la iniciativa en los equipos, y dedicarse todos a producir y no a organizar.
Una lógica que, además, se apoyó en experiencias similares y de éxito en otras compañías, como Valve, GitHub o Medium. De esa forma comienza un proceso de transformación que no puede sino contar con el apoyo de todos los que forman la compañía. Porque todos tienen que involucrarse en el desafío y tener claro cuáles son las nuevas reglas de juego:
- Lanzaron la idea de una empresa sin jefes en su intranet para dar lugar a un debate y, después, a una votación: el 90% estuvo a favor.
- Los fundadores elaboraron un FAQ extenso y detallado respondiendo a todas las preguntas y dudas, y proponiendo soluciones en el proceso de transformación en una compañía horizontal. ¿Cómo se aprobarían los nuevos proyectos? ¿Cómo se decide quiénes los llevarían a cabo? ¿Cómo se coordinarían? ¿Habría líderes? ¿Cómo se fijarían las prioridades? Autonomía, autonomía y autonomía.
- Control sobre los presupuestos. Los gastos a partir de 500 dólares deberían ser aprobados por los fundadores.
- Los fundadores serían los líderes que establecerían los objetivos generales y se pondrían al servicio de los equipos de trabajo para facilitar las tareas y resolver conflictos.
Treehouse ya forma parte de ese grupo de pioneros (todavía pocos pero creciendo) que están promoviendo un cambio radical en la cultura de empresa a través de dos palancas capaces de mover el mundo de los negocios: el ejemplo y la rentabilidad.
Y el resto de las empresas ¿se quedarán cruzadas de brazos?
Yo apuesto desde ya que no 😉
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