Año 1967 en la New York World’s Fair. General Motors presenta su Firebird IV concept car que como la propia compañía comenta “anticipa el día en el que la familia podrá conectar el sistema automático en la super-autopista, viajando de una manera segura y cómoda, siendo el vehículo el que conducirá por ellos”
Sólo era cuestión de tiempo que los automóviles llegasen a ser radicalmente diferentes a lo que hemos conocido.
Frente al concepto que la mayor parte de mortales de una cierta edad tenemos del automóvil como un elemento de libertad individual, la realidad es que el vehículo lleva años acumulando características menos positivas: la implacable regulación que sufre desde casi sus inicios, cuando los gobiernos descubrieron que gravar impositivamente su uso era fácil por la dependencia creada sobre él, convirtiéndose en una de las mayores fuentes de ingresos para muchos estados. Junto con su innegable necesidad de combustibles fósiles para funcionar o su dependencia de una red de carreteras y aparcamientos para poder disfrutarlo. Y el hecho de que su éxito a nivel de ventas ha generado problemas de contaminación y muchos interrogantes sin despejar respecto a su papel futuro en la sostenibilidad del planeta.
Sin embargo, hasta el momento la respuesta de la industria frente a los retos planteados ha sido una evolución del concepto original, pasando por mejoras mecánicas que lo hacían más eficiente, seguro y cómodo.
Pero ahora el futuro del automóvil vendrá marcado por la tecnología que ya nos rodea en el día a día y la que se desplegará con mayor intensidad en los próximos años, lo que impactará sobre los sistemas de seguridad, la conectividad en los vehículos y por supuesto, la capacidad de que el vehículo sea auto-guiado. Y que transformará hasta los cimientos la industria creada alrededor suyo, con consecuencias monumentales para millones de personas que trabajan ella.
El sector ya se está enfrentando a la demanda de nuevas habilidades digitales para que la industria, una industria “mecánica hasta los huesos”, para poder hacer frente a esta evolución que ya lo impregna todo. Y las cosas pueden estar pasando más deprisa de lo que imaginamos, si atenddemos a las palabras de Elon Musk, CEO de Tesla Motors: «un coche completamente autónomo puede estar a sólo un año de ver la luz».
La revista Forbes aseguraba en un artículo que los fabricantes de automóviles estiman que para 2025 habrá al menos cien millones de coches conectados, recibiendo información en tiempo real de las condiciones de la calzada, del estado del tráfico, de los otros vehículos y de los obstáculos en la vía, y comunicando cualquier incidente a las redes de asistencia.
Los expertos del sector resumen en cinco las características de esos coches: control, interacción, comunicación, conocimiento y continuidad. Habría que añadir una sexta: autonomía, dados los avances que sobre todo Google está realizando en la conducción guiada por ordenador.
Y esta característica es el enorme desafío. ¿Un coche seguirá siendo un coche como lo percibimos los conductores si toma sus propias decisiones? Y si mi experiencia de conductor cambia para ser un simple pasajero que disfruta del paseo, ¿en qué me fijaré para comprar un vehículo? Y más aún, ¿dónde debería adquirir uno, en un concesionario de marca o en una tienda Apple?
Las principales líneas de investigación en sistemas de automoción por carretera se están desarrollando en las empresas de Silicon Valley antes que en las plantas de los fabricantes tradicionales. No es casualidad lo de Google y su coche autónomo. Por tanto, la industria tradicional se enfrenta a una transformación profunda que pone en cuestión todo el modelo de negocio que se ha mantenido inalterable durante un siglo.
Estamos hablando de un producto distinto por primera vez en muchos años, con nuevas necesidades y demandas, lo que a su vez variará los sistemas de producción y comercialización. No debe extrañarnos que en este como en cualquiera de los procesos de cambio radical a los que asistimos, sea imprescindible:
- Encontrar los líderes que reconozcan e interpreten el futuro mercado, que sean visionarios para anticipar los cambios.
- Formar equipos preparados y flexibles con los que ejecutar nuevas estrategias en un escenario por escribir.
- Alianzas con quienes van un paso por delante en esta nueva etapa de la automoción (si no puedes vencerles, únete a ellos). Es decir, tener más que nunca una visión global de la economía y la empresa.
De hecho, esa etapa ha comenzado. Apple ha implementado el sistema operativo CarPlay para vehículos, con todas las utilidades y aplicaciones de las que disfrutan los iPhone y iPad, incluido Siri como control de voz. Audi, BMW, Toyota, Ford, Acura, General Motors, Honda, Hyundai, Mercedes-Benz, Volvo y Ferrari son las marcas que están colaborando en su desarrollo. Y Google ha establecido la Open Automotive Alliance (OAA) con Audi, General Motors, Honda y Hyundai para adaptar Android a sus automóviles.
Pero cuando hablamos de un sector, no sólo hablamos del eje principal, si no de los servicios asociados a ella. Sin ir más lejos, las aseguradoras automovilísticas tendrán que replantear su negocio: ¿cómo será su mercado si se producen coches que reducen la siniestralidad a cero? ¿qué ocurrirá con los agentes de tráfico si los vehículos se conducen solos? por no hablar de como sería el servicio del taxi, sin taxistas…
Y por finalizar con una reflexión que añade más dudas a lo ya expuesto ¿se mantendrá vivo el concepto de propiedad? o dicho de otra manera ¿quién querrá poseer, comprar y mantener un vehículo que no puede conducir como lo había hecho hasta ahora? Cuando lo más probable es que podamos alquilar un vehículo que pueda recogernos en nuestra casa, a la hora que indiquemos.
Los prototipos de coches autónomos de Google, no tienen volante, ni pedales… vamos, que “el placer de conducir” tomando decisiones según avanzamos por la carretera, disfrutando de las múltiples sensaciones, – velocidad (limitada, por supuesto) y habilidad para mantener el control entre otras- desaparecerá. Unido a eso que la tecnología existente ya está facilitando “el proceso de conducir sin poseer”, lo que añade un factor desconocido hasta hace muy poco en esta industria.
No sé a vosotros, a mí me parece que la revolución del automóvil será uno de esos cambios que harán que una industria se dé la vuelta “como un calcetín”.
Y que nuestros escritores favoritos de ciencia ficción parezcan aficionados en su formulación de un futuro imaginario, cuando constatemos la realidad que alcanzaremos.
[…] ya comentaba Juan Luis Polo en su blog, “…el futuro del automóvil vendrá marcado por la tecnología que ya nos rodea en el día […]