“Se ríen de mí porque soy diferente. Yo me río de ellos porque son todos iguales” (Kurt Cobain)
Jesús es un viejo conocido con una mente maravillosa y un carácter huraño. Muy amigo de sus escasos amigos, pero aún más de los ordenadores. Su vida transcurre en un universo particular, de pocas palabras, con ritmos y horarios propios, en el que surgen soluciones extraordinarias a complejas cuestiones tecnológicas.
Su periplo profesional en España fue corto: cinco años en los que pasó por cuatro empresas. De dos se marchó él; de las otras, le echaron.
Hace ocho años le contrató una startup de Seattle, donde está considerado como un profesional imprescindible. Jesús sigue siendo el mismo, sin embargo dio con un entorno flexible para poder trabajar a su aire.
¿Cuánto talento estamos desperdiciando porque no encaja en las rígidas estructuras de las organizaciones? ¿cuántas veces decimos no a un candidato porque es “diferente”?
Analicemos el método habitual de selección de personal: se detecta una necesidad, se identifican las cualidades que deben tener los candidatos, se configura la propuesta y se ofrece como un paquete cerrado.
Si el elegido lo acepta, asume un listado de reglas en las que debe desarrollar sus tareas. Una nueva pieza en un puzle preestablecido. Y que nadie se salga del tiesto porque los equipos uniformes y los empleados manejables son lo más buscado en la mayor parte de empresas.
Pero si en algo empiezan a coincidir los economistas y empresarios es en que el desafío productivo hoy está en la innovación, configurando un sXXI donde la clave será la vinculación de trabajadores con el proyecto, con personalidades que aporten perspectivas distintas, que exploren otros caminos.
La creatividad es oro nadie lo discute hoy en día, pero el problema es que las mentes creativas suelen presentar perfiles que se diferencian de los demás, siendo elementos a veces discordantes e incómodos.
Scott Barry Kaufman, reputado psicólogo de la Universidad de Nueva York, especializado en estas personalidades, las describe con unos atributos que nos llevan a proponer algunas preguntas incómodas:
- Sueñan despiertos. Dejan vagar la mente para que lleguen las ideas. ¿Un jefe de departamento es capaz de permitir que un empleado mire al techo o juegue con un boli durante una hora?
- Lo observan todo. Cualquier persona, cualquier cosa puede ser una inspiración. ¿Tienen la posibilidad de poner en marcha sus ‘ocurrencias’?
- Fijan sus propios horarios y necesitan la soledad para meditar. ¿Horarios de 9 a 6 para todos? ¿Flexibilidad para trabajar fuera de la oficina?
- Positivizan los problemas. Una dificultad es un reto y una manera de superarse. ¿Dejaríamos que se equivocasen?
- Necesitan vivir constantemente experiencias. ¿Cuentan con retos propios o limitamos sus tareas?
- Les entusiasman los cambios radicales porque equivalen a probar cosas nuevas. ¿Les animamos a arriesgarse?
- Siempre plantean preguntas porque dudar es una forma de crecer. ¿Las empresas admiten díscolos?
Una organización que sea capaz de identificar, reclutar, alentar y proporcionar el entorno adecuado a estas mentes creativas estará dos pasos por delante de su competencia.
Aunque para eso deberíamos dar la vuelta como un calcetín a los procesos de selección: no hay que pensar en cómo los empleados deben adaptarse a la empresa, sino si la estructura cuenta con la capacidad (flexibilidad, autonomía, motivación…) para dejar que sus empleados den lo mejor de sí mismos, sean mentes creativas o no tanto.
Un artículo del MIT Sloan estudia en profundidad esta nueva perspectiva a través de dos casos muy ilustrativos. La empresa de consultoría danesa Specialisterne fue creada por Thorkil Sonne, experto en informática y con un hijo autista. El 75% de sus empleados tiene algún tipo de trastorno autista, con dificultades de relación y comunicación, pero un cerebro capaz de concentrarse más y de distinguir disonancias y errores en secuencias de datos, lo que les hace imprescindibles para realizar tests de software, controles de calidad y supervisión de sistemas de seguridad.
Entre los clientes de Specialisterne están compañías como Microsoft, Cisco o SAP. Esta última se ha dado cuenta del valor de esa diferencia y actualmente tiene planes para incorporar empleados autistas hasta llegar al 1% de su plantilla en 2020. Un portavoz de SAP aseguró que “compartimos la idea de que la innovación viene de los extremos de lo que se llama normalidad. Solo contando con personas que piensan diferente y aportan su chispa creativa, nuestra compañía podrá afrontar los desafíos del siglo XXI”.
La singularidad gana, la uniformidad pierde. Bienvenidos al siglo de la innovación.
Genial articulo, genial reflexión.
Hace poco en el MWC conversava con un directivo muy jóven que me decia, las reglas del juego están cambiando. La carrera universitaria (que uniformiza) pierde su valor. Los conocimientos técnicos también.
Nos encontramos con que se han creado miles de tecnologías avanzadas, pero no encontramos necesidades sociales fuertes en las que aplicarlas. Por eso compramos start-ups. En ese momento entran los emprendedores, más en contacto con la realidad social y con más facilidad para entender necesidades. Por eso triunfan, entienden mejor dónde mejorar el mundo.
Cómo conclusión, la tecnología està creada. Véase IoT, 3D printing, wearables, AI…
La nueva era precisara de innovadores que encuentren soluciones a problemas con la tecnología actual.
«La singularidad gana, la uniformidad pierde. Bienvenidos al siglo de la innovación.»
PD: No todo hay que merecerlo, que bonita és la admiración gratuita.
Genial articulo, genial reflexión.
Hace poco en el MWC conversaba con un directivo muy joven que me decía, las reglas del juego están cambiando. La carrera universitaria (que uniformiza) pierde su valor. Los conocimientos técnicos también.
Nos encontramos con que se han creado miles de tecnologías avanzadas, pero no encontramos necesidades sociales fuertes en las que aplicarlas. Por eso compramos start-ups. En ese momento entran los emprendedores, más en contacto con la realidad social y con más facilidad para entender necesidades. Por eso triunfan, entienden mejor dónde mejorar el mundo.
Cómo conclusión, la tecnología esta creada. Véase IoT, 3D printing, wearables, AI…
La nueva era precisara de innovadores que encuentren soluciones a problemas con la tecnología actual.
“La singularidad gana, la uniformidad pierde. Bienvenidos al siglo de la innovación.”
PD: No todo hay que merecerlo, que bonita es la admiración gratuita.